El séptimo arte es inabarcable. Cada día se producen más horas de película que las 24 que componen las horas disponibles, y cientos de libros tratan de dar con las 10, 100 o 1001 películas que hay que ver antes de morir. Pero hoy hemos cambiado el enfoque para hacer un interesante repaso de la tecnología de la televisión en base a películas emblemáticas, desde aquellos televisores que eran prácticamente una radio a las modernas pantallas OLED que nos permiten disfrutar del cine de todos los tiempos.
Los primeros telefilmes en blanco y negro y El fugitivo (1947)
Las primeras televisiones, formalmente hablando, eran radios de madera gigantescas con una diminuta pantalla en el marco. En 1940 esta pantalla mostraba poco más que una neblina de contraste alto (los objetos eran blancos o negros sin término intermedio) y funcionaban gracias al tubo de rayos catódicos (CTR) de su parte trasera.
Poco a poco y muy lentamente fueron evolucionando y ganando definición, hasta que a mediados de 1950 fue posible la emisión en escala de grises, todo un logro tecnológico de la época. La película El fugitivo, estrenada en 1947 pudo llevarse a la televisión en aquella época.
Llega el color a la televisión con Blancanieves (1937)
Durante décadas, la televisión avanzó tras de la pantalla grande, y muestra de ello fue el estreno en televisión, ya en la década de 1970, de Blancanieves y los siete enanitos (grabada en 1937 a «moderno» technicolor).
Con un tubo catódico solo se puede mostrar un único color desde el espectro blanco al negro, pero con la llegada de las televisiones de tres cañones, el color entró en las viviendas. Es curioso que esta tecnología de emisión haya perdurado en monitores de oficinas hasta la actualidad.
Hacia 1980 fue emitida en televisión un clásico de la década anterior, La aventura del poseidón (1970), una película que por sus tonos oscuros y detalles perdía fuerza en la pequeña pantalla, en la que los tonos eran «prensados» a espacios de color genéricos, simplificando en exceso la imagen.
1990: la medida del cine entra en los hogares con los clásicos
La primera película rodada en CinemaScope, un sistema de grabación de imágenes amplias, con hasta 2,39 y 2,66 veces más ancho que alto, fue Cómo casarse con un millonario (1953), aunque La túnica sagrada (1953) fue estrenada antes. Tardó cuatro décadas en saltar a una televisión en la que su tamaño se ajustase a la pantalla.
Fue un salto interesante, ya que hasta entonces las pantallas domésticas eran relativamente cuadradas, y en la década de los 90 dieron el salto para fundir cine y televisión en un solo formato apaisado. Marcaron tendencia.
Películas del tamaño del televisor: Toy Story e Independence Day
La década de 1990 supuso una revolución en el mundo del cine, ya que se dio un salto conceptual importante: las películas no solo iban a ser producidas orientadas a la gran pantalla, sino también al cine en casa. Toy Story (1995) e Independence Day (1996) son dos ejemplos de ello. Ambas películas se enmarcan en la ficción y usaron renderizados, pero ahí acaba el parecido.
Toy Story fue la primera película animada completamente por ordenador, y destacaba por sus colores vivos, que requerían un nuevo tipo de pantallas (fue la llegada del plasma).
Independence day, por el contrario, hacía uso de tonos oscuros y objetos brillantes (como los rayos alienígenas) que encontraron en la incandescencia del plasma un vehículo perfecto.
Las pantallas planas abanderaron Titanic (1997)
Pocas historias de amor hay como la de Leo y Kate (ejem, Jack Dawson y Rose DeWitt), que inspiraron otros clásicos del cine. Los majestuosos decorados de la película de James Cameron no habrían podido ser disfrutados una década antes. Qué decir de la escena de arriba, en que los protagonistas se abrazan en proa.
Pero también hay otras escenas que por aquel entonces llamaron mucho la atención, como cuando el robot submarino recorre el esqueleto hundido del Titanic, aquel monstruo de acero que no se hundiría, iluminando la oscuridad del océano con sus focos azulados.
El LCD que trajo brillo a nuestro hogar
Si hay una escena que nos traiga a la memoria las pantallas LCD de final de siglo es la mano de Máximo Décimo Meridio recorriendo las praderas de trigo al Sol, y los haces de luz colándose entre las hebras y sus propios dedos. Gladiator (2000) fue una película que supo aprovechar muy bien el aumento del brillo y ángulo de visión de las pantallas LED.
Incluso en las primeras escenas, con un ejército varado en el frío invierno de Vindobona tras ganar la guerra contra las tribus germánicas, se observaba el detalle del vaho de los soldados, las salpicaduras de sangre de las batallas, o el brillo de las antorchas de savia en la armadura de Máximo.
Pero no sería hasta unos años después, en que las tecnologías TFT e IPS llegaron a nuestras casas, que la oscuridad ganaría color. Piratas del Caribe (2003-2007) supo aprovechar esto para una temática oscura en la que eran frecuentes los focos de luz rodeados de oscuridad.
El LED, la iluminación por zonas y Buried (2010)
Es improbable que una película dé más claustrofobia que Buried (2010), aquella en la que Ryan Reynolds quedaba atrapado en un ataúd. Con un presupuesto realmente bajo («solo» tres millones de dólares) el director Rodrigo Cortés consiguió un film realista hasta la desesperación.
En las casas pudimos disfrutarlo un año después, cuando salió el DVD y, haciendo uso de los televisores LED, la pantalla tomaba forma delante de nosotros. El realismo resultaba sofocante, y la iluminación por zonas, un acierto tecnológico.
El LED clásico evolucionó primero a Quantum dots, con un rango de colores ampliado al mejorar una de las láminas internas; y posteriormente a nanocell, que formaba colores más precisos al hacer uso de nanocélulas en la pantalla, absorbiendo las impurezas de la luz para dar con colores más reales. Dos ejemplos interesantes en las que sacar partido a estas pantallas son Tomorrowland (2015) y Episodio VIII (2017).
La tecnología OLED nos ha traído el negro puro
Las tecnologías anteriores pronto quedaron desbancadas por la tecnología OLED de LG (Diodo Orgánico de Emisión de Luz, por sus siglas en inglés), que gana fuerza tanto en la emisión del color negro puro. El color negro puro hace que los colores brillen, aumentando el contraste y la definición de las formas como ninguna otra tecnología.
Películas que hemos visto en esta lista, como Buried, Piratas del Caribe o Titanic cobran intensidad en una pantalla OLED, por no hablar de Star Wars: Episodio VIII – Los últimos Jedi (2017) y su parte más oscura. El negro, la ausencia de color según nuestros ojos, es la base sobre la que nuestro cerebro construye los colores, y una vez este aparece representado como negro puro, el resto de gamas consiguen adecuarse a la realidad con una fidelidad nunca vista.
Al igual que ocurrió en la década de los 90, los directores de cine y los técnicos de imagen ya tienen un referente para la iluminación de sus películas que les permite hacer algo que hasta entonces no había sido posible: iluminar la oscuridad.