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Durante las últimas décadas hemos visto cómo se han ido popularizando diferentes gadgets y dispositivos según estos iban reduciendo su precio. Primero llegaron las cámaras de fotos, analógicas, que dieron el salto a las digitales. En paralelo, los navegadores GPS, y más tarde las pulseras de actividad. Los relojes, que siempre estuvieron con nosotros, se modernizaron y dieron lugar a un uso mixto entre el clasicismo del siglo pasado y la alta tecnología. Pero desde hace un par de años todos estos objetos están perdiendo mercado frente a un competidor demasiado versátil como para hacerle frente: el smartphone ha puesto fecha de caducidad a los gadgets de un único uso.

Walkman, CD, MP3, MP4, MP5… Smartphone

El smartphone dejó atrás a cualquier otro reproductor en cuanto ganó en capacidad y calidad de sonido

Es frecuente recordar nuestro primer MP3, aquel almacén de música portátil al que conectábamos los auriculares alámbricos y nos permitía disfrutar de 512MB de música en las primeras versiones. Este reproductor, que sustituyó al walkman y al reproductor de CD, fue absorbido en el momento en que los teléfonos empezaron a tener algo de capacidad. Hoy día 32GB de memoria dan para mucha música, pero también tenemos alternativas como Spotify, iTunes o Google Play Music, entre otros, para escuchar música en streaming.

Es poco habitual tener la música en un dispositivo externo, a no ser que sea algo tan específico como un reproductor acuático para nadar. Con respecto a los MP4 y MP5, cuyo futuro brilló durante uno o dos años, quedaron atrás cuando las pantallas de los smartphones ganaron en calidad.

El teléfono móvil fue el primer gadget afectado por el smartphone

Cuando hablamos sobre cómo diferentes dispositivos fueron absorbidos por el smartphone a veces olvidamos al teléfono móvil propiamente dicho. ¿Recuerdas tu primer teléfono? Ese dispositivo que servía, en un inicio, para realizar llamadas, luego para enviar SMS y, tras aquello, para jugar a algún juego arcade.

Funciones demasiado limitadas y con poco uso como para durar en un entorno en el que los smartphones empezaron a tener apps externas, a servir de reproductores e incluso a dejar atrás a las cámaras de toda la vida.

Las cámaras cojean en una batalla a largo plazo

Las cámaras de fotos fueron de las primeras afectadas por la llegada de los smartphones, si bien es cierto que al principio la cámara de los teléfonos no suponía ninguna competencia para las tradicionales. Durante muchos años, estas tuvieron una calidad relativa mucho más elevada, y hacer fotografías con el móvil no tenía demasiado sentido, especialmente cuando solo se podían sacar de ellos vía MMS o cable al ordenador. Qué tiempos aquellos.

Pero justo cuando las réflex digitales se encontraban en su punto álgido (y usábamos memorias SD para revelar las fotografías elegidas), llegaron las redes sociales y la hiperconectividad. Las cámaras de los smartphones todavía no eran lo que son hoy día, pero el objetivo social de la fotografía había cambiado.

Las cámaras de los teléfonos móviles están superando a muchas cámaras tradicionales

Ya no se revelaban para enseñar en la intimidad, sino que se compartían en Internet, y para eso no se necesitaba una calidad elevada. Este uso social se ha popularizado en el selfie hasta tal punto que nos preguntamos si ha llegado el momento de que la cámara frontal sea mejor que la trasera.

Dicho esto, en los últimos años las cámaras de los teléfonos móviles están superando a muchas cámaras tradicionales, y como ejemplo tenemos la doble cámara principal de 13MP del LG G6; por lo que ya hay fotógrafos optan por dejar en casa su cámara y echar mano del móvil para trabajar.

¿Cuánto tiempo les queda a gadgets como las pulseras de actividad?

Popularizadas hace unos años, las pulseras de actividad tuvieron un interesante boom y ahora parecen sufrir un sonoro crash. Quizá porque la mayoría de los usuarios no necesitan un control estadístico de sus pulsaciones, o porque la medición del sueño no parece tan útil (ni fiable) como se esperaba.

Pero sin duda influye el hecho de que las pulseras (y aquí podríamos incluir también muchos relojes de tipo smartwatch) requieren de un smartphone para funcionar, pero el teléfono no necesita pulsera para contar pasos, tiempos, y seguir nuestra actividad.

Antes de estos gadgets surgieron aplicaciones de entrenamiento como Endomondo, Runtastic o Google Fit, que parecen volver a la carga a través del smartphone. Para entornos específicos quizá estos complementos sean muy útiles, pero al grueso de la gente le sirve un registro básico de su actividad.

Adiós a los navegadores GPS, hola a las aplicaciones

Aunque poco parecido hay entre un navegador GPS y una pulsera de actividad, ambos están sufriendo la misma fortuna en un combate a largo plazo contra el smartphone. Cada vez más, las propias marcas de navegadores se centran en el desarrollo de apps en lugar de en los dispositivos porque los conductores siempre llevan el móvil mientras conducen.

Existe una migración del dispositivo físico específico a una app de smartphone

¿Por qué invertir en un dispositivo como los de TomTom o Coyote cuando las propias marcas disponen de apps que podemos instalar en nuestros terminales que nos ofrecen el mismo servicio? Además, siempre contamos con alternativas gratuitas como Waze, Google Maps, Apple Maps…

Todos los gadgets que hemos visto en este artículo siguen un mismo patrón. El dispositivo externo acaba colapsando en una parte del teléfono inteligente con el que interactuamos vía app. Es la migración del dispositivo físico específico al virtualizador en forma de aplicación.

El reproductor de música, las cámaras, los relojes, las pulseras de actividad y los navegadores están pasando por procesos parecidos a los que ya sufrieron el correo, el teléfono o los eBooks. Aunque de largo plazo, parece que la batalla la está ganando el smartphone, capaz de una versatilidad como ningún dispositivo ha tenido hasta ahora.

Imágenes | iStock/dolgachovStockSnapiStock/ChamilleWhiteXataka