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Al hablar de inteligencia artificial muchos siguen pensando en el futuro. En el “de aquí a 20 años”. Sin embargo, hacemos uso de la IA a diario: realizando búsquedas en el navegador, comprando en tiendas online e incluso limpiando nuestra vivienda con un robot inteligente.

Cuando un robot es capaz de aspirar el suelo, trazar un mapa de la vivienda para optimizar la limpieza, trabajar en la oscuridad, efectuar labores de videovigilancia e ir él solo a cargarse al terminar, estamos hablando de un tipo de inteligencia que merece la pena comentar.

De ir chocando con los objetos los sistemas antichoques

Los robots aspiradores llevan tiempo con nosotros. Aunque se hayan popularizado en los últimos años, en 1978 nació el Chiritorie, un dispositivo que “limpiaba” por succión. También se golpeaba contra todos los muebles que encontraba a su paso, y necesitaba de una persona que lo manejase por control remoto. Era grande, rudo y dumb en oposición a los actuales aspiradores smart.

Los primeros robots iban dando tumbos por el hogar

Chiritorie no tenía ningún tipo de sensor que le indicase qué tal hacía su trabajo, o que le evitase caer por las escaleras. Pero a lo largo de 40 años hemos mejorado mucho este tipo de tecnología. Los robots actuales disponen de sistemas antichoque muy refinados que evitan que se lleven por delante algún objeto, como el clásico jarrón «chino», que ya no acaba hecho añicos.

La adición de sensores infrarrojos combinados con sensores ultrasónicoshacen posible «ver» incluso elementos transparentes como puertas de cristal. Funciona del siguiente modo: se hace rebotar un haz que después el robot aspirador detecta. Si el robot dispone de la inteligencia suficiente será capaz de trazar una nueva ruta antes de chocar. Es decir, decide usando para ello un pequeño procesador como el de un ordenador.

La construcción de un mapa, clave en la optimización

Dicen que si las personas tenemos inteligencia es gracias a nuestra memoria. Así, podemos comparar algo que nos ocurre con un evento anterior, y decidir. Los robots aspiradores también disponen de una pequeña pero potente unidad de memoria sobre la que construir un mapa de la vivienda. Este se construye de varias formas diferentes.

Hay robots de los que todavía se chocan que guardan en un archivo dónde se dieron los golpes. Paredes y muebles se dibujan sobre el mapa como consecuencia de estos. Otros, mucho más avanzados, hacen uso de cámaras que escanean el techo. Con ello trazan un mapa e identifican su posición dentro de nuestro hogar. Es como unir varias fotografías para acabar montando una panorámica.

Una vez que se tiene las suficientes, aparece el mapa digitalizado. Este se corrige con cada ciclo de limpieza usando sensores ópticos que marcan la distancia a diferentes puntos. Con cada iteración el robot confirma o desecha el que haya un mueble en una u otra posición.

Contar con un mapa optimiza tiempo y recursos

Esto es clave a la hora de optimizar recursos, ya que los primeros aspiradores no seguían una estrategia a la hora de limpiar. Arrancaban, avanzaban en una dirección aspirando, y cuando chocaban contra un objeto cambiaban de dirección. Pero eso significa que pasaban muchas veces por el mismo punto y que alguno quedaba sin limpiar. Esto apenas ocurre.

Por ejemplo, después de varias pasadas, el Hombot de LG realiza una construcción “mental” de nuestra vivienda y programa varias rutas diferentes para las próximas limpiezas. Dispone de hasta cuatro modos de limpieza diferente en base a su trayectoria, que podemos usar en base a cómo esté configurada nuestra casa: celda por celda, en zigzag, en espiral o la función Mi espacio.

También es posible colocarlo en manual y controlarlo por nuestra cuenta gracias a aplicaciones como Smart ThinQ. Como si se tratase de un coche teledirigido capaz de subirse a las alfombras para limpiarlas.

Pero la idea es que se trate de un autómata que nos ahorre tiempo, y para ello necesitamos que tenga cierta inteligencia. Es decir, que construye un mapa de la vivienda y organiza la ruta de limpiado más efectiva. Así también evitamos altos consumos de energía, ayudándonos a ahorrar y protegiendo el medioambiente.

La navegación nocturna y los sensores

Antes hemos mencionado los sensores de infrarrojos y ultrasonido. Estos, combinados con el mapa de la vivienda y con una doble cámara que calcula la intensidad de luz ambiente, hace que un robot pueda seguir limpiando en la oscuridad. Y que no se pierda. También que llegue a los rincones donde otros no alcanzan, al aproximarse a ellos con suavidad.

La limpieza en entornos de baja luminosidad es el siguiente hito tecnológico, ya que muchos aspiradores se bloquean al llegar a una zona de sombra. Piensan que es una caída (como unas escaleras) y se dan la vuelta.

Estos dispositivos pueden limpiar en la oscuridad

Sólo hay que fijarse en los audaces Hombot de LG, capaces de aspirar distintas superficies con distintas densidades, volúmenes y alturas, desde sistemas especializados en aspiración de alfombras y tejidos análogos, hasta equipos como los nuevos Hombot Turbo, vigilantes intensivos que no declinan su noble esfuerzo gracias a su amplia autonomía.

También en generaciones anteriores era frecuente encontrarnos al robot bajo un mueble, entre las patas de una silla o enredado con cables. Sin embargo, nuevas funciones de los robots hacen que puedan salir de estas situaciones, y guiarse en mitad de la oscuridad gracias a mapeo del entorno.

 

Los primeros aspiradores carecían por completo de sensores. Se trataba de máquinas muy básicas que no analizaban su entorno en absoluto. Por contra, los actuales hacen uso de su CPU combinando varios parámetros: el histórico y los datos de la sensórica.

Esto es muy interesante, al fin y al cabo los animales funcionamos con «aplicaciones» que siguen los mismos procesos. Si quieres ir a la cocina (por ejemplo) primero visualizas la ruta y luego la corriges en base a los obstáculos que encuentras por el camino.

Videovigilancia, una sinergia interesante

Hasta no hace mucho, los robots aspiradores se dedicaban en exclusiva a aspirar, de mismo modo que los frigoríficos se focalizaban en enfriar. Si los segundos ya pueden comprar la comida conectados a Internet, ¿por qué no agregar más funciones a un robot que patrulla a diario nuestro hogar?

Hace poco más de 10 años nacieron los smartphones, y con ellos el universo de la nueva conectividad en la nube. Ya es posible programar nuestro aspirador desde el teléfono, enviarle instrucciones e incluso controlarlo en remoto vía WiFi. Alternativas muy útiles para cuando estamos fuera de casa.

Esta conexión ha permitido otras sinergias interesantes como la videovigilancia. Arriba se han nombrado un par de cámaras para construir el mapa de navegación, y algunos aspiradores como el Hombot disponen también de una cámara frontal adicional desde la que “mirar” al interior de nuestra vivienda. Por ejemplo, desde el trabajo.

Limpieza y seguridad se dan la mano en forma de sinergia

La seguridad doméstica y la vigilancia son factores cada vez más valorados. No se trata únicamente de cazar in fraganti a los amigos de lo ajeno, también podremos comprobar el estado de nuestras mascotas e incluso programar avisos si descubrimos que olvidamos cerrar una ventana. Si alguien entra, lo tendremos grabado.

Poco a poco nuestros dispositivos domésticos y electrodomésticos van ganando en inteligencia y funciones, liberándonos de buena parte del trabajo en el hogar. En este caso, nos rescata de la esclavitud de la aspiradora. A medida que la tecnología avance surgirán nuevas sinergias y herramientas, y es que a los robots aspiradoras todavía les queda mucho por delante.

Características

  • Máxima eficacia de limpieza del 96% y 10 años de garantía en el motor
  • El único cuadrado con 2 cepillos laterales experto en rincones
  • Muy silencioso, solo 60dB
  • Sistema de navegación inteligente con doble cámara
  • Múltiples sensores antichoque que cuidan tu hogar
  • Batería de litio duradera con gran autonomía