¿Podríamos concebir la vida moderna sin lavadoras, sin frigoríficos, sin camas, sin las herramientas que nos solucionan nuestro descanso, limpieza y alimentación? Tenemos tan interiorizado el trabajo de estos electrodomésticos que apenas pensamos en ellos. Acaso cuando toca hacer la mudanza o sustituirlos.
Solo hace falta fijarse en la lavadora. ¿Sabías que existen prototipos de máquinas para lavado desde antes del año 1600? Se encontraron entre los documentos del inventor italiano Jacopo Strada y su hijo Ottavio. Aunque, por aquel entonces, la ropa se lavaba una vez al mes, en el mejor de los casos. Y se usaban jabones neutros, piedras de lavado como guijarros y palas de madera accionadas con manivelas mecánicas.
Nada que ver con las actuales lavadoras inteligentes de LG, con motores AI Direct Drive, los cuales detectan las características de los tejidos basándose en más de 20.000 patrones de lavado, con el fin de ajustar los movimientos del tambor, optimizando el rendimiento a todos los niveles: consumo de agua, gasto energético, logrando reducir el desgaste de tejidos en hasta un 18%. Si quieres saciar tu curiosidad, aquí te contamos de dónde proceden las mayores innovaciones de este importantísimo electrodoméstico; una cronología histórica revelando secretos que seguramente ignorabas.
Nace la lavadora eléctrica
Pero para llegar al hito de la tecnología AI DD han sido necesarios muchos cambios. El primero, dotar a una lavadora la capacidad de pensar. Gracias a los 20.000 patrones obtenidos mediante Big Data, la Inteligencia Artificial determina qué tipo de lavado llevar a cabo, desde los primeros instantes de prelavado hasta el centrifugado final. Y el segundo, menos electrónico y más mecánico, implica la la construcción de un electrodoméstico mucho más eficiente y responsable con el medio ambiente.
Para no remontarnos al verdadero comienzo, a prototipos al finales del 1700 o las bañeras-lavadora de Jacob C. Schäffer, fabricadas en 1766 con el fin de ahorrar lejía y combustible en el calentado del agua, nos centraremos en un hito histórico: la primera lavadora eléctrica.
Hurley Alva J. Fisher ya había patentado en 1901 una de las primeras, aunque no la única. Su diseño fue adoptado por una firma industrial de Chicago y durante el verano de 1908 comenzó a fabricar en masa máquinas con motor eléctrico y bañera galvanizada que evitaba los malos olores. Su éxito fue inmediato: abrieron instalaciones por todo el estado y, ya en 1928, se vendieron 913.000 lavadoras solo en Estados Unidos.
Y así fue como 1937, en plena guerra de patentes, John W. Chamberlain fabrica un modelo que lava, enjuaga y escurre el agua en un mismo “ciclo”. Al año siguiente, el agricultor J. Ross Moore desarrolla un modelo de secado automático —aunque la primera secadora, con ventana de cristal, se la debemos al fabricante Brooks Stevens, especialista en automoción—.
¿Lavadoras inteligentes?
Los años le sentaron bien a este electrodoméstico: en 1953 se creó el primer programa específico de escurrido y, en el 58, mismo año que EEUU puso en órbita su primer satélite (Explorer 1), se añadieron los primeros ciclos programados y los primeros dispensadores automáticos de suavizante y blanqueador.
En la década de los 60 el mercado de la lavadora crecería hasta estar presente en el 60% de los hogares europeos y en los 70, concretamente en 1977, aterrizará la primera lavadora con chip microprocesador. A partir de aquí los avances mecánicos serían menores, a favor de una electrónica cada vez más completa. En 1980 nació la primera lavadora con RAM. Sí, todavía estamos hablando de lavar la ropa.
Los programas para distintos tipos de tejido no llegaron hasta 1990. Ayer, como quien dice. Ya sabes: mixto, delicado, lavado corto o largo. Pero nada que ver con la salvajada tecnológica que ha conseguido LG, con su motor AI Direct Drive, capaz de reconocer las características de los tejidos y ejecutar un lavado consecuente con las necesidades de cada prenda. Detectando sus características en función de su suavidad, dureza o textura se consigue cuidar mucho mejor las prendas. Y, a largo plazo, esto concede mayor vida útil. No olvidemos que, en plena vorágine de fast fashion, este es el eslabón clave para evitar comprar más ropa.
¿Nos habíamos quedado en 1990? Al año siguiente aterrizaron los primeros microcontroladores con temporizador y, en 1994, las primeras lavadoras con certificación Energy Star —aunque los indicadores de responsabilidad ecológica no se indicaron hasta 2012—. Durante generaciones asociamos a la lavadora el mayor gasto energético de la casa, además del agua consumida. Pero eso ya se terminó.
Las palas y los contrapesos también quedaron atrás. Las actuales lavadoras de LG cuentan con un rotor de imanes, de forma que el tambor gira sin necesidad de poleas. De esta manera los lavados son aún más silenciosos, se producen menos averías —el desgaste de poleas suele ser una de las causas clave de fallos en el sistema— y se logra un mayor compromiso de sostenibilidad: esta tecnología, sumado al enfoque Smart Green de LG, se reduce el consumo eléctrico, de agua y de emisiones de CO2.
Repensando la forma de lavar
Si echamos la vista atrás, de usar arena y rastrillar la ropa a la orilla del río —o conformarse con el agua del pozo y una bañera— a la actualidad, no podemos sino sentenciar que la lavadora es uno de los electrodomésticos que más ha evolucionado. De los mastodontes de carga superior que hacían temblar el suelo del hogar a los inteligentes sistemas de carga frontal que evitan derrames y permiten hasta pausa para prendas olvidadas.
Un progreso que, en último término, aspira a robarnos el menor tiempo posible, cuidar nuestra ropa y facilitar cada tarea. Persiguiendo esta meta, las lavadoras LG han ascendido posiciones hasta ser capaces de “pensar” por sí mismas, adaptándose al tipo de lavado que mejor viene a nuestra colada.
Acuérdate de tu último cambio de armario, o cuando en un par de semanas tengamos que renovar y traer de vuelta la ropa de invierno. O cuando tenemos en mente nuestro jersey favorito y al ir a buscarlo descubrimos que está hecho un desastre, desgastado por culpa de malos lavados. Que renovar armario sea una decisión, no una imposición. Las lavadoras LG cuidan cada prenda, evitan la sobreproducción o el desembolso evitable, el exceso de gasto y, por tanto, una concienciación ecológica que nos beneficia a todos.
Uno de los avances más interesantes se llama “Control remoto vía WiFi”. Hasta que no lo pruebas no eres consciente: podemos vigilar el estado de cada lavado sin tener que escuchar pitidos indiscriminados. Y programar mediante asistente de voz (Google y Alexa), además de tener lista una colada en apenas 39 minutos, ahorrando un 36% de electricidad, gracias a la tecnología TurboWash360º, que optimiza cada rotación.En pleno viaje exprés o planificando vacaciones esta función es una salvavidas.
TurboWash360 es más que tiempo ahorrado, ya que en ningún momento se sacrifica la eficacia de limpieza. Junto al diseño del propio tambor, el sistema de 4 sprays ayuda a una limpieza mucho más certera, disparando de manera simultánea cuatro chorros de agua en distintas diferentes para erradicar toda mancha economizando agua y tiempo.
Y no nos olvidemos de la posibilidad de convertir estas lavadoras inteligentes en una de doble tambor: TWINWash, con la que podrás hacer dos coladas diferentes a la vez. Tal cual: podemos acoplar la mini lavadora inferior, de 2kg de capacidad, bajo la lavadora principal y así lavar dos coladas diferentes a la vez. Y adiós a los dolores de espalda, por cierto. Esta lavadora mini es perfecta para lavar las prendas más delicadas (ropa interior, ciertos tejidos sintéticos como satén, ropa de bebés, etc). Piénsalo por un momento: además de ahorrar tiempo en un lavado tradicional ganamos la posibilidad de segmentar sin necesidad de amontonar ropa distinta hasta completar un lavado.
Para los enemigos del polen primaveral, la tecnología Steam+ cuenta con programa antialergias y antiarrugas gracias al uso de vapor controlado. Esta tecnología elimina el 99.9% de los alérgenos y, de paso, facilita el planchado hasta en un 30%, para que el momento plancha no sea un comehoras o un dolor de cabeza evitable.
Las partículas de vapor penetran uniformemente y expanden los tejidos para que el agua y el detergente limpien en mayor profundidad, con mayor eficiencia, reduciendo la fricción o la exigencia de lavados demasiado largos para prendas frágiles.
Por último, el sistema Smart Diagnosis realiza un autodiagnóstico de la “salud” de nuestra lavadora. La función de esta app es múltiple: monitorizar el consumo, darnos la opción de descargar hasta 18 programas adicionales a los ya predefinidos de cada lavadora, y detectar cualquier anomalía, evitando desastres futuros en piezas que costarían mucho más que un simple chequeo a tiempo. Mejor prevenir que curar.
¿Lo crees ahora? La lavadora ha transformado algo más que la forma de lavar la ropa. La lavadora LG del siglo XXI no impone transformar nuestros hábitos, al contrario, permite que sigamos con nuestra vida mientras ella se encarga de la parte más tediosa y cotidiana, transformándola en una experiencia hiperpersonalizada: tecnología Deep Learning para interpretar la información de más de 20.000 lavados. Inteligencia artificial con acción directa en una lavadora; quién lo diría hace apenas una década.
Imágenes | LG, Wikipedia