La realidad nos recuerda que la obsolescencia en tecnología es tan común y habitual que ya hemos llegado a aceptar que un smartphone no nos durará más de dos años. Aunque los informes de uso e intención de compra apuntan a que los consumidores cada vez alargan más la vida útil de sus smartphones —un paulatino decrecimiento—, lo tenemos bastante claro: más pronto que tarde tendremos que dar ese paso. Otro desembolso.
Un sentimiento de derrota que choca frontalmente con el nuevo movimiento de LG, abogando por garantías extendidas, ecotecnología y reducción de emisiones por gases nocivos derivados de la fabricación y producción descontrolada. LG propone cinco años de garantía sin coste adicional, frente a los dos años exigidos por la Unión Europea. Una decisión que responde a la confianza en sus propios dispositivos y que puede consultarse en esta nueva web oficial.
Obsolescencia programada
«Elaboración consciente de productos de consumo que se volverán obsoletos en un plazo de tiempo, bien por una falla programada o una deficiencia incorporada». Así es como define la obsolescencia artificial la experta en responsabilidad social Annie Leonard, extracto recogido en su ‘La historia de las cosas’.
Este extraño concepto de comprar, usar y tirar se remonta más allá, a los principios del siglo XX. En 1881, la bombilla de Thomas Edison contaba con 1.500 horas de vida útil. En 1924 la bombilla podía vivir 2.500 horas.
Pero el 23 de diciembre de ese mismo año, un comité reunido en Ginebra tomó una decisión: imponer bombillas de 1.000 horas de vida, ni un minuto más, para no frenar la producción y controlar un flujo constante de oferta y demanda. Allí estaban reunidos Osram, Philips o General Electric convencidos de esta extraña necesidad. En los años 30, después del crack del 29, la era del consumo culminó cuando esta filosofía se adaptó a otros gadgets, electrodomésticos y hasta bicicletas.
Desde entonces también existen cientos de demandas lanzadas desde organismos como la HOP: lavadoras con rodamientos que presionan demasiado para deteriorarse más rápido; impresoras con un contador de usos en su chipset para limitar y bloquear su uso perenne; móviles que degradan el rendimiento de la batería o incluso vehículos que fallan en el sistema de arranque gracias a una orden de la ROM, pasando de un ciclo de 800.000 kilómetros a menos de la mitad.
Una planificación de negocio para generar ventas constantes pero que, en nuestra actualidad, ha desencadenado en millones de toneladas de basura electrónica con la que no sabemos qué hacer.
LG quiere combatir esta perspectiva a toda costa. Con solo adjuntar un ticket o factura de compra y solicitando la ampliación formalmente desde www.garantia5añosLG.es, tu smartphone LG pasará de tener dos años a contar con 3 años de garantía comercial extra.
Esta promoción está disponible en todo el territorio español y en compras que van de del 15 de mayo de 2020 al 6 de enero de 2021. Una oferta que afecta a la casi totalidad de modelos comerciales: LG K61, LG K51S, LG K41S, LG Velvet, LG G8X, LG G8s, LG V50 y LG Q60, ya hayan sido adquiridos vía online o mediante establecimiento físico.
Un impacto físico y psicológico
«Los móviles están diseñados para no durar demasiado», decían desde OCU, una sentencia que responde a unos hábitos de uso. Porque no solo es importante entender por qué compramos; también es clave analizar el cómo lo hacemos.
Y más allá del lucro económico obvio en este modelo construyendo tecnología con fecha de caducidad, debemos tener en cuenta nuestro legado y nuestro propio futuro. Apostar por el medio ambiente beneficiará directamente a nuestra salud. Ralentizar o alargar ciclos de adquisición también redunda en nuestra economía, invitándonos a apostar, con seguridad, por terminales superiores, por los buques insignia de los fabricantes.
LG comenzó su apuesta por la sostenibilidad hace mucho. Colaboraron en la reforestación de un Parque Natural como Alcoroches, en el Alto Tajo, al plantar más de un millón de árboles. Apostaron por las renovables y las cero emisiones de carbono para diseñar una economía circular que redunda en ahorro tanto para el usuario como el fabricante.
El reto Smart Green se extendió como filosofía de construcción en todos los equipos: frigoríficos de compresor linear invertido que optimizan cada kilovatio gastado, con enfriamiento uniforme y controlado; lavadoras LG TwinWash, con dos compartimentos para separar coladas y lograr lavados rápidos con menos agua y consumo energético; proyectores o delgados televisores OLED que gastan mucha menos electricidad que cualquier modelo LED y ahorran gasto energético en el transporte.
Qué tipo de consumidor queremos ser
Vender barato lanza un mensaje poderoso: es posible adquirir productos por mucho menos dinero del que creíamos. El mundo de la moda de temporada así lo demostró. Ciclos muy cortos de prendas muy económicas. Una patata caliente que ha demostrado ser realmente peligrosa: existen lugares del mundo donde sus ríos cambian de tinte según el color de moda en cada temporada.
En la industria del smartphone esta filosofía se ha resuelto con ciclos de producción similares, mínimo beneficio, precios de derribo y venta masiva como único modo de subsistencia económica. El viejo «pan para hoy, hambre para mañana».
Los cinco años de garantía de LG son una decisión personal, un regalo añadido a los dos años obligatorios exigidos por la Unión Europea. Y una decisión que responde a la seguridad en el hardware: todos los smartphones que LG lanza al mercado son sometidos a tests militares —como el Mil-STD 810— que incluyen numerosas pruebas en condiciones hostiles y extremas para asegurar la durabilidad de los dispositivos.
Porque, a poco que analicemos el impacto medioambiental de un smartphone, el coste de fabricarlo, enteremos que el movimiento de LG es un paso necesario. Un paso de gigante hacia un consumo más pausado y optimizado.
Imágenes | LG, Unsplash (1)