El consumo energético del hogar es un punto clave que engloba cuestiones de ahorro doméstico, cuidado ambiental y eficiencia energética. Un consumo menor significa pagar menos luz, así como contaminar menos. De ahí que los clientes se muestren cada vez más interesados en adquirir frigoríficos, lavadoras o lavavajillas eficientes. Pero, ¿qué hay del televisor?
Lo cierto es que el televisor es un electrodoméstico cuya etiqueta de eficiencia energética no solemos tener en cuenta. Quizá porque está fuera de la cocina. Sin embargo, es uno de los electrodomésticos que más se usan y que más consumen. Se estima que los españoles destinaron en marzo de 2019 casi 4 horas diarias (unos 233 minutos) a ver la televisión
Estas horas se han multiplicado durante la cuarentena. De hecho, Barlovento Comunicación cifra en 5h 22min (322 minutos) el consumo del viernes 20 de marzo. Al quedarnos en casa vemos más series y películas, pero también usamos más el televisor como centro neural de la vivienda cuando este es inteligente, como es el caso de los LG con Asistente de Google y Alexa.
Teniendo en cuenta estas cifras, debemos ponernos manos a la obra. Es hora de ver cuánto podemos ahorrar en nuestro próximo televisor.
¿Qué significa a nivel técnico la A, A+, A++ y A+++?
Sin entrar en tecnicismos todos somos capaces de entender que un electrodoméstico A+++ consume menos que un A++, y este menos que un A+. Cuando más ‘arriba’ en la etiqueta energética, mejor. Pero, para hablar con propiedad sobre este asunto, sí que se hace necesario realizar un par de cálculos que aparecen reflejados en la normativa europea de 2010.
Para obtener un certificado de eficiencia energética es necesario, primero, calcular el Índice de Eficiencia Energética (IEE) del dispositivo. Este consiste en una división: en el numerador se coloca el consumo de electricidad del televisor en vatios y en el denominador el consumo de referencia, que tiene que ver con el tipo (Pbasic, también en vatios) y superficie (S, en decímetros cuadrados).
Con ella es posible calcular, en base a un mismo tipo de televisor, cuál es su consumo relativo o eficiencia. Y esto último es muy importante: la etiqueta energética compara electrodomésticos del mismo tipo. Del mismo modo que no podemos comparar una lavadora con un frigorífico, no es lo mismo un televisor de 20” que uno de 55”.
Es evidente que el de 55” consumirá muchísimo más que uno de 20”, pero es porque tiene más área de visionado. Lo importante es saber cómo de eficiente es cada uno de ellos, y es perfectamente factible que el de 55” sea más eficiente que el de 20”. Para asignar la letra se usa la siguiente tabla de la norma europea, una vez calculado el IEE:
Así, un televisor con un IEE superior a 1, que significaría que su consumo por área es enorme, obtendría la letra G. Sería la peor calificación posible. Los televisores de LG tienen calificación A o superior, y su IEE se encuentra por debajo del 30%, una de las calificaciones más altas a nivel normativo y de las más elevadas del mercado.
¿De cuántos vatios estamos hablando? ¿Cuál es el ahorro para las familias?
El ejercicio de comprender cómo se calcula la letra de la etiqueta es interesante, pero los consumidores lo que quieren saber es cuánto se ahorrarán si invierten en un televisor A en lugar de comprar un B o un C. Para ello vamos a realizar el cálculo con un televisor de OLED de 55”, el único negro puro que hace que el resto de colores brille. Por ejemplo, el televisor LG OLED55B9SLA.
El modelo OLED55B9SLA es un televisor OLED con resolución 4K, inteligencia artificial y procesador inteligente α7 que, pese a sus elevadas especificaciones técnicas, solo consume 107 vatios. Mide 139 cm de diagonal, y para calcular la S de la fórmula nos interesa el área interna: unos 1200 x 700 mm2. La normativa europea nos lo pide en dm2, así que 84 dm2. Consultamos cuál es el Pbasic para este tipo de producto (28 W) y lo unimos todo en la misma fórmula para obtener el IEE:
Como vemos, es una operación que nos da un índice de eficiencia energética del 27%. Es decir, categoría energética de tipo A, de las más eficientes del mercado. Ahora que sabemos el Pref para este tipo y tamaño de televisores (391 w, resultado del denominador), podemos invertir la tabla del IEE para calcular los rangos específicos. Esto ya requiere de mucha más matemática, pero la hemos resumido en una tabla para hacer la información más comprensible.
¿Cómo se lee la tabla de arriba? Pongamos un ejemplo.
“Comparado con el OLED55B9SLA, el coste de comprar un televisor de unas 55 pulgadas de categoría energética C sería, como mínimo, de 14,36 euros anuales, y como máximo, 32,03 euros al año, cantidades a las que habría que sumar la parte proporcional al término de potencia”.
En otras palabras, el IEE trabaja con rangos de ahorro y eficiencia.
Este cálculo sí es un poco más complejo que los de arriba porque implica ecuaciones más difíciles e incluye costes de la factura de la luz, que ya de por sí tienen su complejidad. Sin embargo, el concepto está claro: comprar un electrodoméstico más eficiente supone un ahorro mayor cuanto más eficiente sea. Cálculos similares a los de arriba son válidos para lavadoras, lavavajillas o frigoríficos, aunque su normativa es mucho más enrevesada.
La amortización de un electrodoméstico inteligente
La cuenta que acabamos de realizar nos demuestra aquello que dijimos de las letras: cuanto más arriba en la etiqueta energética, mejor. Y el beneficio es aún mayor en electrodomésticos como las lavadoras, lavavajillas o frigoríficos, en los que sí se han alcanzado eficiencias A+++ respecto a los valores marcados en 2010. De hecho, la normativa para algunos productos tuvo que cambiar.
Si los electrodomésticos de LG siguen reduciendo su consumo, la escala pronto necesitará incluir más signos + junto a la A para poder diferenciarlos de la competencia. Es por eso que LG suele incluir un porcentaje junto a su etiquetado, como “A+++ (−40%)”.
Estos ahorros tienen un particular interés cuando hablamos de electrodomésticos durables. LG, en su reto Smart Green, diseña electrodomésticos que no solo reducen su impacto en el consumo, sino que además se controlan las emisiones de CO2. De este modo el uso de estos reduce el impacto de los mismos en el medio ambiente.
Además, LG tiene en cuenta detalles como el de su fabricación y durabilidad, factores que afecta a la amortización.
Es decir, cuantos más años dure el electrodoméstico en cuestión, más nos ahorraremos por cada rango de eficiencia. Una lavadora A+++ puede ahorrar sin problema más del 30% del consumo con respecto a una A, lo que supone que el ahorro a largo plazo en electricidad puede llegar a pagar toda la inversión inicial. Decimos entonces que “se ha terminado de amortizar”.
A esta reducción de la factura eléctrica, que por cierto también se traslada al agua en el caso del lavavajillas y la lavadora, hay que sumar las capacidades presentes en los productos que también conllevan ahorro de tiempo o eficacia de la tarea. No es lo mismo ver una serie en un televisor OLED que en uno con una tecnología inferior, ni usar una lavadora con IA que detecta el nivel de suciedad, incluso si coinciden en eficiencia.
Cuando el electrodoméstico protege el medio ambiente
En LG saben que la única tecnología capaz de reducir el C02 en la atmosfera son los árboles. Es por ello que a través del reto Smart Green la marca se ha propuesto plantar 47 millones de árboles nuevos al año en España, uno por cada habitante, con el objetivo de reducir las emisiones de CO2.
Además de esta acción complementaria a su actividad, esta marca se caracteriza por diseñar bienes de larga duración cuyo impacto va más allá de ahorrarnos energía y agua en su uso, y que tiene implicaciones medioambientales tales como reducir el impacto de residuos electrónicos. Estamos en casa, pero seguimos preocupados por el planeta.
Imágenes | LG, iStock/claudiodivizia