La octava y última temporada de Juego de Tronos ha podido gustar más o menos, pero uno de los núcleos de controversia orbitó en torno a la “calidad” de producción. Si estamos en torno a la serie más cara de todos los tiempos, ¿por qué ‘La larga noche’, tercer episodio de la temporada y punto de inflexión histórico en la televisión, se ve tan rematadamente mal?
A pocas horas del estreno, Internet se convirtió en un hervidero por razones distintas a decisiones del guión. En España contamos con hilos en Twitter de expertos y, al otro lado del debate, la sentencia del también director de foto Robert McLachlan, asegurando que ese oscurecimiento paulatino responde a una búsqueda de la máxima naturalidad.
De la oscura noche a la luminosa mañana, Juego de Tronos se ha convertido en el escenario de pruebas perfecto para los test de pruebas. Aunque, como veremos, hay muchos factores a tener en cuenta.
Crónica de una batalla anunciada
Más allá de los comentarios atropellados, hemos querido saber cuánto hay de cierto y cuánto de habladuría en esta situación. Las “escenas oscuras” de JdT se convirtieron en trending topic por algo y los televisores OLED de LG son el perfecto dispositivo de pruebas, gracias a su capacidad de retratar un negro puro, pero controlado. Sin margen de errores, gracias a un tratamiento de la luz milimétricamente controlado.
Que Juego de Tronos ya no esté en el candelero principal de todas las conversaciones nos ha ayudado —la plataforma iba perfecta—. Por influir, influye hasta desde dónde ejecutamos la app. En nuestro caso usamos la propia app nativa de HBO España disponible en todos los televisores LG y cotejamos con la ídem disponible en Xbox One X, aunque sin perceptibles diferencias.
Hemos revisado la temporada con calma, repitiendo escenas en ambientes de poca y mucha luz, pausando los momentos donde el streaming no arrojaba resultados esperados y apoyándonos en los recursos de un panel que opta por representar el color de la forma más fidedigna posible.
Por qué es tan puro el «color» negro de las LG OLED
Desde los años 50, en la prehistoria de la televisión a color, se ha perseguido una meta fundamental: que ese color sea mostrado cada vez con mayor fidelidad y realismo. Realismo porque se persigue la realidad y un ojo sano pueden identificar unas 100 gradaciones distintas de los colores azul, rojo y verde, con una estimación entre los 10 y los 12 millones de colores. Los OLED de LG suben la apuesta hasta los 33 millones.
Distintas metodologías y diseños nos han llevado a cubrir espacios de color tan elevados como el estándar DCI-P3. Pero la clave sigue residiendo en la luz —y la ausencia de la misma, al retratar un negro puro—. Las especificaciones HDR nos dicen que un televisor debe ser capaz de cubrir rangos desde 500 nits en luminosidad máxima y 0.005 nits al reproducir el color negro. Los nuevos OLED de LG doblan estos datos.
En cuanto a los tipos de retroiluminación, como puedes ver en la imagen, un televisor normal usa una tira de LEDs que emiten la luz. Esto provoca un escaso consumo energético pero provoca sangrado lumínico, un fallo que hace ver estelas de luz en zonas oscurecidas. En cambio, el OLED logra mayor intensidad, una sensación de vacío mucho más cinematográfica.
Esta falta de homogeneidad suele compensarse con la tecnología Direct LED, pero tampoco alcanza los niveles de contraste adecuados. La luz siempre se emite desde los mismos puntos y no siempre las imágenes necesitan ser tratadas de la misma forma. El esquema de retroiluminación FALD (Full Array Local Dimming) es el más fiable y aquel que aborda cada imagen con las necesidades específicas. Las zonas oscuras serán más oscuras y las iluminadas contarán con un contraste más definido.
La clave del los LG OLED reside en su construcción: mientras un televisor LED necesita excitar los LEDs de un filtro polarizado, un filtro de color, un LGP, un cristal TFT, un difusor y una capa extra para situar los cristales NanoCell, los televisores OLED de LG pueden garantizar el único negro puro y una profundidad inaudita gracias a la ausencia de toda retroiluminación. Gracias a esto no sufren de ningún tipo de sangrado lumínico ni aberración de color.
Un formato sobre el que se han deshecho en elogios estrellas como Tim Miller o Rob Legato, los hombres detrás de películas como Deadpool, Titanic o videojuegos como Mass Effect 2.
Pero antes de continuar, los avales: a Juego de Tronos no le han faltado expertos. El primer, segundo y cuarto episodios fueron rodados por David Nutter (‘Las lluvias de Castamere’). El tercero y quinto por Miguel Sapochnik (‘La batalla de los Bastardos’). Ambos son estrellas de la televisión desde finales de los 90. El rodaje transcurrió entre Irlanda del Norte, Dubrovnik y los estudios Paint Hall en Belfast. Y el director de fotografía, Fabian Wagner, ya repitió por activa y por pasiva que la culpa no era del equipo. ¿Entonces?
Bitrate de compresión…
Tipos de codificación. Imagen de Reddit
Nombres como H.264 (MPEG-4) o H.265 (HEVC) son normas para códecs de vídeo. Es decir, un grupo de herramientas para comprimir y descomprimir archivos digitales. El rendimiento de esos algoritmos determina la calidad de compresión y descompresión. Cuanto más optimizado está y cuanto mejor es su protocolo, menos pesará el archivo.
La meta actual se basa en hallar un equilibrio perfecto entre el consumo de ancho de banda y el rendimiento. Y aquí entra en juego otro concepto: el bitrate. Hace referencia al flujo o tasa de datos procesados por segundo. Cuanto más alto sea el bitrate, de mayor calidad será la transmisión de audio y vídeo. Con el auge del streaming, la fórmula mágica reside en dar con un buen algoritmo que comprima y descomprima, ofrezca una gran calidad al espectador pero pese poco, consumiendo el mínimo ancho de banda y aumentando la compatibilidad con distintas calidades de conexión.
El problema llega si se aplica mucha compresión a través de un streaming con bitrate bajo. La calidad resultante se resentirá. ¿Por qué? Porque estaremos perdiendo información. Igual que un archivo MP3 a 320 kbps se escucha con más volumen y amplitud estéreo que un MP3 a 128 kbps, nuestros ojos saben cuándo están perdiéndose tonos de color. Aunque ese «color» sea el negro. Y esto se nota especialmente en escenas nocturnas donde no caben trucos, sino matices.
En una escena donde existe un amplio escenario con muchos tonos de gris, la compresión reducirá esa cantidad de tonos y arrojará una escena más oscurecida y plana. Se pierde el detalle de muchas regiones oscuras, donde más esfuerzo cuesta representar esos detalles. Y la solución no es tan sencilla como parece.
… Frente a IA para descomprimir
Netflix emite a distintos bitrates dependiendo de la tarifa contratada. Unos 5 Mbps estables a resolución 1080p (usando la codificación H.264) y más del doble a 4K, cambiando al algoritmo HEVC. HBO también utiliza un bitrate bastante bajo pero más estable, y rara vez sube de los 7 Mbps. Ambos son suficientes para las emisiones a 1080p… excepto cuando la filmación requiere de ciertas sutilezas.
Para que te hagas una idea, el streaming de estos episodios no pesan más de 1,5GB. Si viésemos el episodio en Full Blu-ray, con un bitrate entre los 20 y los 30 Mbps, cada episodio pesaría, al menos, 10GB.
Una cifra a la que sumarle un cero si subimos la resolución a 4K —exigiría un remaster, la serie se rodó con cámaras a 2.8K y 3.4K— y hasta unos 60 Mbps de bitrate, sin olvidar que la emisión desde un soporte físico siempre será más estable que mediante streaming. Es obvio: la calidad del streaming es determinante en estos casos y siempre sale perdedora ante un buen transfer en formato físico.
Y cuando usamos tecnologías para eliminar efectos de parpadeo o ruido, como el motionflow, interpolado aleatorio, clear motion o filtro sharpness (de nitidez), logramos el efecto contrario: raros artefactos donde deberíamos ver imágenes limpias.Cada televisor cuenta con sus propias herramientas, pero no todas ayudan. De hecho, en estos casos es mejor desactivar funciones y dejar que el episodio se vea lo menos post-tratado posible.
Aunque, si algo hemos comprobado durante nuestras pruebas, es que algunos televisores, como el 55SM98 NanoCell TV AI ThinQ de LG, ayudan a mejorar la imagen sin “atacarla” de forma agresiva. Me explico: el procesador Alpha 7 de segunda generación utiliza algoritmos Deep Learning para gestionar la información. Y no añade nada que pueda perjudicar al material de partida, no se inventa el resultado.
Los efectos del dichoso banding en el color. Imagen de Reddit
El sistema también incorpora cuatro procesos que actúan como filtros para corregir errores como el excesivo ruido/granulado o el banding, completando la información que “falta” con una gestión de su propia cosecha. De hecho, estos televisores LG van un paso por delante al ser compatibles con HFR (Higher Frame Rate), capaces de reproducir escenas de 100 fotogramas por segundo desde cualquier entrada de vídeo, sin problemas de cuellos de botella.
Una temporada de pruebas
Aunque es algo que ya hemos explicado otras veces, conviene recordarlo: los paneles LCD no emiten su propia luz, de forma que cada fabricante opta por un distinto patrón o matriz de diodos LED para iluminar.
Los televisores OLED y NanoCell de LG cubren el 100% del espacio de color DCI-P3. Además, cuentan con tecnología Full Array Diming. Es decir, en el caso de los NanoCell, el panel no se ilumina por franjas verticales sino por “zonas” o bloques, controlando los límites de brillo, minimizando fugas de luz entre los píxeles más próximos a esas fuentes de luz y conservando contraste preciso. En un estado óptimo de reproducción, las imágenes se ven sin gradientes ni artefactos provocados por un alto imput lag.
Durante los seis capítulos de la temporada lo que no faltan son recursos, al contrario. Quizá se ha pecado de ambición, a sabiendas que la calidad de muchas conexiones deja bastante que desear. Fabian Wagner perseguía que la “luz evolucionara con los personajes”, algo que se ha demostrado casi imposible no por los estándares de vídeo, sino por la calidad del bitrate.
Por suerte, los televisores OLED de LG hacen verdadera magia sin calibración previa. La tecnología OLED supone un salto hacia una tecnología superior. Y se nota en la experiencia.En primer lugar porque las zonas más oscuras se mantienen bajo control sin tonos negros artificiales condicionados por una ausencia total de excitación lumínica.
Hay momentos, cuando Clegane y su hermano caen hacia la ciudad incenciada o cuando Melisandre convoca el fuego y prende toda la trinchera de troncos de madera, donde la luz irrumpe con fuerza, pero siempre contenida en sus propias escenas. El último episodio, con escenas nevadas que “lavan” el color e imponen cierto blanqueamiento, también se percibe no como un filtro sino como una visión natural de un día nevado. Y las escenas finales donde el concilio se reúne “al sol del membrillo” lucen esplendorosas y cálidas.
El escalón superior: tecnología OLED
Otra conclusión que sacamos de nuestra maratón es que, evidentemente, la experiencia de ver Juego de Tronos en la tele no tiene nada que ver a verla en un portátil o tablet. Incluso el tipo de televisor influye en la percepción. Este revisionado sirve incluso para reconciliarse con algunos episodios —como ‘Las campanas’— donde las escenas arrojaban cierta sensación de desidia o poco trabajo.
No es lo mismo escuchar música por Bluetooth con unos auriculares de 100€ que hacerlo conectado al DAC directamente con unos cascos HiFi. Son dos planetas distintos y las sensaciones lo dejan claro, no hace falta ser un experto.
El escalón de subir de un procesador Alpha 7 al Alpha 9 de los OLED de LG se nota. Más que subir de un fullHD a una resolución 3840x2160p. Y se aprecia especialmente en escenas oscurecidas, donde el HDR automático mejora radicalmente los contornos de algunas escenas, donde la pureza de los colores y el aprovechamiento de sus estándares —y un mapeado de color que sube de LUT 17x17x17 a LUT 33x33x33—.
La buena noticia es que en LG sus dos grandes familias, OLED y NanoCell, comparten tecnología como AI Brightness, sonido Dolby Atmos, Ultra Luminance Pro y la compatibilidad total con los 5 formatos HDR actuales. Cada tecnología cuenta con sus propias ventajas pero ya se sabe que los OLED no necesitan retroiluminación —gracias a los diodos orgánicos—, lo que redunda en negros más profundos y de mayor pureza.
Arrojando algo de luz
La conclusión está clara: la temporada 8 de Juego de Tronos no se ha rodado con escasa iluminación, sino con la luz necesaria. Fogatas, antorchas, algo de magia arcana y bocanadas (fogaradas) de dragón hasta convertir un trono en lava. Todo un corolario de fuentes-de-emisión-lumínica y todo un ejercicio de cinematografía gastando recursos hasta el abuso.
No podemos exigir el mismo resultado viendo El Renacido en una sala IMAX que frente a un televisor LCD de 40 pulgadas heredado de una mudanza. El trabajo de Fabian Wagner no anda tan lejos de Emmanuel Lubezki o Janusz Kaminski.
La culpa, desde luego, tampoco es nuestra: los desperfectos visuales son la suma de un bitrate impreciso, de una compresión excesiva y la ambición de querer representar cierta nitidez propia del Barry Lyndon de Kubrick en la pequeña pantalla. El resultado es prodigioso si contamos con el televisor adecuado. Una mala configuración manda al traste la mitad del capítulo y deja momentos como las nubes coronadas por esa luna-faro, en simple (y borrosa) anécdota.
En conclusión, si apuestas por un LCD, que sea un LED FALD como nuestro modelo de pruebas, para obtener el máximo control y evitar desgracias. El 55SM98 NanoCell de nuestras pruebas es un televisor avalado por los estándares de calibración CalMAN con un rendimiento de color fuera de toda duda. Y se nota.
Si apuestas por un OLED, simplemente no vas a fallar. Los OLED de LG reproducen todos los formatos HRD del mercado, cuentan con una vertiginoso tiempo de respuesta resultado de usar un procesador Alpha 9 de segunda generación con Deep Learning y, en términos de color, tenemos la garantía de 33 millones de píxeles autoluminiscentes.
No mejorarás el bitrate de HBO España, pero sí obtendrás el mejor resultado posible. Ya que vas a hartarte a ver negrura durante ‘La Larga Noche’, al menos que sea el negro más puro y profundo.
Imágenes | LG